¿Por qué usó Dios pañales? ¿Por qué simplemente no se apareció ya adulto? ¿Acaso no pudo haber venido a llevar a cabo sólo los tres años de su ministerio activo?
No pretendo conocer los pensamientos de Dios ni sé cómo respondería él a estas preguntas. Sí me atrevo a afirmar que Dios quería así oponerse enfáticamente al pensamiento de los filósofos griegos, quienes menospreciaban el cuerpo y percibían a Dios como un ser, ajeno a la realidad material. Los gnósticos de los primeros siglos aceptaron ese concepto griego, y por eso consideraron a Jesús como un ser espiritual que nunca llego a tocar realmente la tierra. Pero estaban equivocados: Dios abrazó la experiencia humana en su totalidad.
Emanuel, Dios con nosotros,
fue verdaderamente humano.
Por eso podemos acercarnos a Dios con confianza, porque en Jesús él experimentó la vida. Comprende nuestras luchas, temores y frustraciones, porque él mismo las vivió. Dios sintió la inseguridad de un niño y la difícil transición de los años de la adolescencia. Tuvo que aprender a vivir con hermanos y hermanas. Sudó y se esforzó en un taller de trabajo, y también se relajó entre amigos. Siendo un niño pequeño, su familia huyó de la prosecución política. Vivió como refugiado en un país extranjero, creció en tierra denominada por un poder opresivo y experimentó el estigma de llevar un acento extranjero . . .

¿Se ha sentido recientemente amenazado e indefenso? ¿Cómo reaccionó? No es en absoluto agradable sentirse impotente frente a una amenaza física o emocional. La vergüenza nos lleva a evitar situaciones en las que los demás podrían darse cuenta de cómo nos sentimos realmente. No queremos que la gente vea quienes somos en realidad. Preferimos aparentar que somos fuertes y capaces. No queremos admitir que nos sentimos débiles e inseguros . . .
Dios no estaba obligado a hacer eso. ¿Por qué lo hizo? Tal vez para que no lo viéramos como un Dios distante, como el ser inmóvil de la filosofía griega. Él quiere que tengamos confianza en que él nos entiende, y anhela que aceptemos nuestra humanidad con más libertad . . .

Tal vez Dios quiere decirnos, tanto a ella como a nosotros: “No está mal ser vulnerable; yo fui tan débil e indefenso como un bebé. Abre tu vida y deja que te ame como eres, en tu debilidad humana”.
Si podemos comenzar a entender que Dios no es un ser distante y lleno de ira, tal vez podamos abrirnos a él. Tal vez podamos decirle cosas que nos da miedo admitir ante otros. Recordemos que él fue en un tiempo un bebé, un niño común y un sencillo hombre trabajador. Dios entiende nuestro sentimiento de vulnerabilidad. No nos condenará porque nos sentimos débiles y temerosos.
–Marcos Baker
¿Dios de ira o Dios de amor?
Imagen: Antonio Balestra, (c. 1704-08)
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